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Mi hija tiene cáncer de mama



Soy mamá de una hija que tuvo cáncer. ¡Qué decir! Los dolores del alma son eso: de lo más profundo de uno. Y los hijos son el alma de las madres. Mi hija tiene cáncer: así me hice consciente de lo que era inevitable, ya estaba presente. Una palabra fuerte, casi impronunciable hasta hace poco. Nunca me cuestioné qué hacer. Lo hice.


Saber que algo les preocupa y duele, nos duele y preocupa y si no nos cuidamos: no vamos a poder estar con ellos para ayudarlos. Yo creo que ante situaciones así, tratar de no oponer resistencia : ¿por qué a ella o por qué a mí?, no puede ser cierto, etc.…, y un montón de preguntas que los psicólogos llaman : etapa de negación; sacamos fuerzas y calladamente podemos apoyar. Confiando en que se volverá salir adelante en esta dura prueba, otra más, de las tantas que se presentan en la vida.


Cuesta no opinar y respetar las decisiones que tomen con respecto a su tratamiento.

Y así vamos pasando la operación, las quimios y las radiaciones. Y el tiempo va transcurriendo, un tratamiento menos, ¡ya casi terminamos! Ya se acabó. Sacamos fuerza de no sé donde, como siempre, pero en este caso: la fuerza que tienen ellas y la valentía son todo un aprendizaje para nosotras.


Como es mi costumbre: me gusta averiguar TODO. Cómo es el procedimiento, cuáles con los pros y los contras, quién es el mejor médico para estos casos, qué puede ayudar a conllevarlo mejor: alimentación, productos naturales etc. Y esa vez, con más razón , dediqué mucho tiempo a “investigar”. Obvio, en internet mayormente, teniendo cuidado en que la información fuera lo más seria posible. Por suerte, así llegamos al Factor de Transferencia que elabora y distribuye el Instituto Politécnico Nacional.


Comentando con algunas amigas, me pusieron en contacto con mujeres que habían pasado por lo mismo que estaba pasando mi querida hija, quienes me compartieron varios “tips” para no sentirse tan mal durante el tratamiento.


En cuanto al aspecto emocional: aunque varía, de acuerdo a como es cada uno, tuve mucho temor a que Valeria sufriera “estragos” con los tratamientos. Lo cual no sucedió.

Ese primer ingreso al Centro de Cáncer del hospital donde fue atendida. Fue terriblemente triste y doloroso. Era y siempre será: mi pequeña. Aún hoy me duele el recordarlo.


Pero, como todo en la vida, el tiempo lo cura. Los temores se dispersaron, un día más de tratamiento era un día menos de sufrimiento para ella. Mucho llanto, la mayoría de las veces a sola. Me entregué a Dios, al Universo, o como lo llamemos, sin oponer resistencia. Como dicen: flojita y cooperando. Acompañando y tratando de respetar. Amigos, familia, una cerca, otros lejos, pero siempre con nosotros de corazón. Todos temimos y sufrimos, lo padecimos de algún modo. Traté de estar sana anímicamente para poder estar de la mejor manera para acompañar y ayudar. Hice lo posible para seguir con mi vida habitual.


Consejos para las madres cuyas hijas se enferman de cáncer: De ser posible, traten de acompañarla a las consultas médicas. Así podrán ustedes también despejar sus dudas. Hablen con sus buenas amigas/os de cómo se sienten. No lo oculten. Siempre unas palabras de consuelo, sobre todo las que nos dan con cariño, nos ayudan a sobrellevarlo. Además, no faltará quien haya pasado por lo mismo o conoce a alguien que pueda aconsejarnos. Respeten la decisión de sus hijas en cuanto a quien quieren que las acompañe durante los diferentes procesos médicos incluyendo a quien desean se quede con ellas si requieren ser internadas. Si tienen la inquietud: averigüen, infórmense, investiguen todo lo que quieran acerca de la enfermedad. Les dará más tranquilidad y le perderán el temor a la palabra: Cáncer. Traten de seguir su vida habitual, habrá que convivir por un tiempo con este “huésped” no invitado. Tengan fe en que su hija va a poder tolerar por todo lo que tendrá que pasar. Pidan por su pronta y completa recuperación: de la forma que más les reconforte. Ayuden de la forma en que sepan y puedan hacerlo. Aprenderemos a desarrollar más la paciencia, el agradecimiento, el perdón, y el amor incondicional. Es una etapa de mucha reflexión para nosotras, para ubicarnos y ubicar a todo y a todos en nuestras vidas. También nosotras resultaremos “sanadas” de alguna forma. Y ahora, que todo pasó: valoro aún más el” aquí y el ahora”, los verdaderos amores , lo que vale la pena, todo lo bueno que tenemos y a mi amada y gran maestra de vida: mi hija Valeria.




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