Por primera vez en nuestras vidas, no sólo los que hemos perdido la salud alguna vez estamos pasando por momentos difíciles, esta vez somos muchos más viviendo duelos.
Hay personas que perdieron trabajo, otros perdieron ingresos, confianza y seguridad, y muchos, muchos otros perdieron a seres queridos.
Así que hoy escribo para todos los que están ahí, no sólo por nosotras mujeres y todas aquellas que están hoy viviendo con cáncer de mama.
Para mi, una de las cosas más grandes que me ha dejado el cáncer y la pandemia es el reconocimiento y la importancia de “hacer” comunidad, es decir, de la necesidad real que existe entre nosotros de vivir apoyándonos, sosteniéndonos y viéndonos los unos a los otros.
Siempre que hablo de cáncer de mama, menciono la importancia de nuestro grupo de apoyo para salir adelante, de ese grupo de personas a las que tenemos que recurrir cuando perdemos la salud y que se vuelve fundamental en nuestro proceso de vivir con cáncer.
Se trata de la familia, los amigos y todos aquellos que nos ayudan a seguir nuestra vida, apoyándonos con los hijos, las compras, el orden en casa, el acompañamiento a las citas, la manejada o acompañada al hospital y que nos cubren y escuchan cuando más lo necesitamos.
Y vivir esta pandemia me recordó que todos, de alguna u otra manera tuvimos que apoyarnos para estar hoy aquí. Me di cuenta de la importancia de mis vecinas, a las que recurrí todo el tiempo para pedir prestado un ingrediente, un favor o el maravilloso tiempo que pasamos conversando y riendo a pesar de todo lo que había y pasaba afuera.
Mientras en casa enfermamos todos, contamos siempre con el apoyo incondicional y amoroso de amigos y familiares que durante semanas se encargaron de hacer las compras por nosotros, de consentirnos y dejarnos regalitos en cada pasada a la casa.
Reconozco la importancia de los amigos que siempre me cargaron de energía positiva para seguir creando, aprendiendo y desarrollando nuevos proyectos en plena pandemia. Por aquellos que fueron ejemplo para seguir sus sueños y no dejarse vencer por las creencias de que no eran buenos momentos.
Agradezco enormemente por la Comunidad de Vinculación, uno de los grupos a los que pertenezco y que fue importantísima para sobrellevar esta etapa, recordándome constantemente que para verme, necesito del otro; para reconocerme y encontrar respuestas, es indispensable compartir lo que pensamos y lo que sentimos; que para poder salir del dolor, la tristeza y la incertidumbre es necesario sentir, pedir y entregar.
Y hoy, después de sobrevivir al cáncer y de vivir esta pandemia, confirmo que somos seres que necesitamos los unos de los otros, que para poder dar, tenemos que también saber recibir, que en la vida lo más importante son nuestras relaciones y que muchas, pero muchas veces, los retos como las enfermedades o las pérdidas nos llevan a vernos sólo a nosotros y a olvidarnos de los demás.
Y no se trata de tomar las cosas que no nos corresponden sino justamente de darle a cada uno su lugar.
Creo que este cierre de año nos viene bien para hacer esa conciencia de lo que es realmente importante, de lo que vale en la vida…dure lo que dure y duela lo que duela.
Es momento de pedir no sólo por nosotros, sino por todos lo que están hoy aquí.
Compartamos algo, por pequeño que sea con quien se pueda, desde regalar algo que ya no usamos, donar a alguna causa y hasta regalar una comida a alguien en la calle o un abrazo…
Vivamos este cierre de ciclo haciendo comunidad y agradeciendo el presente.
Porque junt@s sumamos…somos siempre más.
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