Cuando recibí la noticia no supe qué pensar, en las primeras horas después del diagnóstico, el mundo se detuvo. No quería aceptar que esto estaba sucediendo, llevaba una vida activa, me cuidaba, tenía una carrera exitosa y una familia increíble.
Lo primero que hice fue tratar de solucionar “el problema” lo más rápido posible. El doctor dijo que necesitaba operarme, no tuvo que decirlo dos veces cuando yo ya estaba anestesiada y lista para la cirugía.
Pero el cáncer se encargó de demostrarme que este proceso iba más allá de resolver de inmediato, algo a lo que estaba acostumbrada en mi vida diaria. Cuando las cosas salían mal, la respuesta era accionar.
