Para muchos de los que pasamos por esta enfermedad es muy común en una parte del proceso preguntarse: ¿por qué yo? ¿qué hice para merecer esto?
Y además del miedo, la incertidumbre y la angustia de no saber cómo nos va a ir más adelante, nos llenamos de sentimientos como la culpa, por sentir que somos responsables de lo que nos pasa.
Y claro que somos responsables de lo que nos pasa, pero no se trata de vivir en la culpa sino justamente de tomar es responsabilidad que nos corresponde sobre nuestra vida para tomar decisiones, para pedir ayuda, para reconocer lo que necesitamos, para escucharnos, para prepararnos para lo que viene, para trabajar con nuestras emociones, para cuidar a nuestro cuerpo y para sacar lo mejor de nosotros ante este reto que la vida nos pone enfrente.
Muchas veces les he contado sobre mi transformación y mi visión del cáncer como una oportunidad para vivir la vida que deseamos, pero no fue fácil, estos cambios llegaron gracias a un profundo trabajo interior.
Durante esta experiencia aprendí que el perdón es muy importante para sanar, porque culpar a otros o culparnos a nosotras no sirve de nada. La culpa es algo que nunca suma, siempre resta.
Es muy importante que, si tienes culpa contigo te perdones, por lo que hiciste y por lo que no hiciste. Es importante que perdones a la vida por mandarte “esto”, porque esto tiene un reglo maravilloso, una lección personal que te enseñará a ver la mejor cara de la vida misma.
¿Y qué significa esto de perdonarme?
Hoy te comparto algunos conceptos para que te enfoques en el perdón.
1. Reconoce tu verdadera esencia
No dejes que el cáncer secuestre tu esencia. Sé que ahora más que nunca todo se trata de la “enfermedad”. Sé que no puedes pensar en otra cosa que no sea curarte. Sin embargo, el cáncer no es lo que eres, no de define. Tú eres mucho más que "una persona con cáncer”.
Eres mujer, eres madre, eres hija, eres esposa, eres creatividad, eres intuición, eres armonía, eres abundancia, eres transformación, ¡eres amor! Mantente conectada con tu verdadera esencia, continúa trabajando en aquello que amas, buscando espacios para desarrollarte como ser humano y reconectarte con el ser que eres más allá de la enfermedad.
2. Se consciente de que eres dueño de tus pensamientos y de tu historia.
¿Cuál es tu historia de cáncer? Tu historia es lo que relatas cuando alguien te pregunta sobre tu experiencia con el cáncer. Escribir tu historia puede ayudarte a verla más claramente, muchas veces les he recomendado escribir lo que sentimos y lo que estamos viviendo para soltar y reconocer todo lo que nos pasa. Es muy importante ser conscientes de nuestros pensamientos y nuestras historias porque tienen un enorme poder para influir en nuestras emociones, nuestro estado de ánimo y nuestra perspectiva, para bien y para mal. Cuando somos conscientes de nuestra historia entonces podemos decidir liberar esos pensamientos e historias que nos causan dolor.
3. Fíjate a quién culpas y por qué.
¿A quién necesitas perdonar? ¿A quién o a qué se dirige tu enojo? Muchas personas se culpan por tener cáncer; no fui la excepción. Necesitaba perdonarme a mí misma por todas las cosas que hice o no hice que pudiesen haber causado mi cáncer. Pensaba que nunca me había volteado a ver, que no había cuidado de mi cuerpo correctamente, que me había callado muchas cosas y aguantado muchas otras. Estaba enojada conmigo por no haberme volteado a ver.
Cada una vive este proceso de diferente manera, pero siempre es importante trabajar en sanar eso que nos duele. No es magia, pero si debes reconocer lo que sientes y por qué. Recuerda que es el primer paso para sanar las emociones.
4. Siéntelo para curarlo.
Aceptar tus emociones es una parte esencial del perdón. Muchos sobrevivientes de cáncer dicen que sienten enojo y resentimiento después del diagnóstico. Practicar el perdón puede abrir la puerta a la libertad emocional. Pero debes elegirlo.
Una manera maravillosa de poner en práctica este proceso de perdonar es: una vez que hayas identificado a quién o a qué debes perdonar lo liberes en repitiendo la frase:
Te perdono por…
Me perdono por…
Y cerrar la frase diciendo:
Y te agradezco por…
Si es a ti a quien debes perdonar, hazlo frente al espejo.
Repetir todos los días esta frase, libera y sana…lo vas a sentir.
5. Encuentra los regalos.
Siempre hay regalos de la vida. Se trata de voltear a verlos a pesar del dolor y la angustia, a pesar de la náusea y la preocupación, a pesar de la incertidumbre y la soledad.
Un regalo es tiempo para ti, comer lo que te gusta, estar con la gente que más amas en la vida, ver el cielo, caminar en la naturaleza, acariciar a tu perro, la risa de tu hijo, el abrazo de tu pareja, la mirada de tu bebé, la belleza de los colores de las frutas, el olor a tierra mojada, el descanso en tu cama recién hecha, la experiencia de conocer un lugar nuevo, leer un libro que te enseña, ver una película que te saca lágrimas, o risas, o sueño, cocinar, bordar, tejer, pintar, escuchar música, bailar, escribir…La verdad es que hay tantos regalos en la vida que se trata de sólo voltear a verlos para reconocer todo aquello que sí tenemos.
Todo en la vida, incluido el cáncer, nos da la oportunidad de sanar y crecer. En lugar de pensar que el cáncer es lo peor que te ha pasado, ¿qué pasa si el cáncer es uno de los mejores maestros de tu vida? La elección de cómo piensas y sientes el cáncer depende de ti.
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